Monday, April 12, 2010

Sacrificis de la vida imperial

Ni sus mismos amigos niegan que cometiese muchos adulterios, y solamente procuran excusarle diciendo que no era tanto por pasión como por política, y con objeto de conocer, por medio de las mujeres, los secretos de sus adversarios. M.Antonio, no contento con censurarle la precipitación de sus bodas con Livia, pretende que en un festín hizo pasar de la mesa del banquete a una habitación inmediata a la esposa de un ex cónsul, estando presente el marido, y cuando la trajo de nuevo tenía ella las orejas encarnadas y el cabello en desorden. (...) que sus amigos le buscaban mujeres casadas y doncellas núbliles que debían tener ciertas condiciones, y las examinaba como esclavas que hubiese puesto en venta el mercader Toranio. En una época en que todavía no era su enemigo declarado, le escribía M.Antionio familiramente: "¿Qué te ha cambiado? ¿Que sea mi amante una reina? Es mi esposa, y no de ayer, sino de hace ya nueve años. ¿Tienes tú solamente a Livia? Apuesto a qué en el momento en que leas mi carta habrás gozado ya de Tertula, o de Terentila, o de Rufila, o de Salvia Titienia, o tal vez de todas. ¿Qué importa el lugar o la mujer por quien sientes deseos?"
(...)Pero fue siempre muy dado a las mujeres, y dicen que con la edad deseó especialmente a mujeres vírgenes; así es que se las buscaban por todas partes, hasta su esposa.

Suetonio
Las vidas de los doce césares
Augusto

1 comment:

Pons said...

L'època romana tenia les seves coses dolentes, però si erets cesar, aquesta no es una d'elles.