Wednesday, April 07, 2010

Investigacións de merda..




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Del asunto de los lavabos en tiempo de los césares, largamente evitado por el mundo académico, se ocupa una obra tan asombrosa como Latrinae et foricae (2009), del arqueólogo Barry Hobson. Pormenorizado estudio con una amplia investigación sobre el terreno (!), el libro explica los diferentes modelos y usos, y explica cosas tan curiosas como que los romanos generalmente evacuaban, con perdón, sin nuestra necesidad de privacidad, y mientras lo hacían podían conversar y atender, ajenos al pudor, los asuntos mundanos. El mobiliario más extendido al efecto eran los retretes públicos conocidos como foricae, largos bancos con múltiples agujeros, que se encuentran en prácticamente todo el mundo romano. El libro, en inglés, recuerda el único caso de un emperador asesinado en una letrina, Heliogábalo, por su -poco delicada, hemos de convenir- guardia pretoriana.

En Pompeya (2009), de la propia Mary Beard, encontramos también información sobre este apremiante tema. En la ciudad sepultada por el Vesubio se han estudiado 195 ejemplos de excusados, y se han investigado los parásitos intestinales hallados en las letrinas (¡qué dura es a veces la arqueología!). Los retretes de las casas se encontraban habitualmente en la cocina y no disponían de puerta. Para limpiarse, los romanos usaban una esponja con mango y es célebre -Beard lo recuerda- la anécdota del prisionero germano que en tiempos de Nerón, antes que ser esclavizado, prefirió ahogarse metiéndose por la garganta dicho instrumento (que en su bárbara inocencia habrá confundido con vete tú a saber qué). Los legionarios en campaña empleaban musgo.

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Jacinto Antón a Babelia.

1 comment:

Pons said...

L'època romana tenia les seves coses bones, però aquesta no es una d'elles.