"Si enmig de setembre la previsió diu que farà sol amb alguns núvols,
no intentis pujar l'Aneto!"
no intentis pujar l'Aneto!"
El dia de Sant Jaume
de l'any trenta-cinc
hi va haver gran broma
dintre del torín;
van sortir set toros
tots van ser dolents
això va ser la causa
de cremar els convents
Casanova, a caballo y sin bandera
Un estudio desmonta tópicos de la iconografía clásica del Onze de Setembre
Casanova no vestía toga y pesados ropajes seudomedievales, sino pleno atavío de coronel, en correspondencia con su rango militar, con tricornio y casaca de galones dorados
(...)
La bandera misma de Santa Eulàlia, invicta patrona, era una insignia bastante especial. "Sabemos que había dos banderas de Santa Eulàlia, la procesional, enorme y que no se llevaría a la batalla, y el pendón de guerra de la ciudad. Había una gran veneración por esa insignia, que se consideraba salvífica, un revulsivo extremo capaz de salvar milagrosamente la situación, un poco como el arca perdida de los israelitas".
(...)
"En el cuadro de Estruch, los miembros de la Coronela visten de paisano, cuando sabemos que iban uniformados de manera imponente, igual o superior a la de la tropa regular. El propio jefe enemigo, el duque de Berwick, quedó muy sorprendido al verlos por su magnífico aspecto" Los estudiosos recalcan que Casanova y la Coronela, pese a que eran una tropa que daba gusto verla -costaban una pasta a los gremios-, contaban con armas modernas, mandos competentes y estupenda instrucción militar, no fueron en absoluto la columna vertebral de la defensa de Barcelona (...)
De alguna manera, pues, la Coronela y Casanova salvaron Barcelona. No es la única aportación de la milicia urbana barcelonesa: fue un precedente del pueblo en armas de la Revolución Francesa y -una hipótesis muy sugerente- pudo influir, a través de Lafayette, en el ejército de Georges Washington.
Kornblum, cuyo conociumiento enciclopédico de las líneas férreas de esta parte de Europa iba a recibir un apéndice doloroso unos años más tarde, le había instruido prolijamente, mientras trabajaban para amañar el ataúd, sobre las etapas y detalles de su viaje.
(...)
Tal como han hecho desde tiempos inmemoriales los jóvenes sometidos a presión, decidieron tumbarse un rato y perder el tiempo.
(...)
(..) cogió uno de los portafolios y empezó a llenarlo de bastidores. No se permitió a sí mismo reflexionar sobre lo que estaba haciendo -El Escapista lucha contra el Mal.-
Cerró el portafolio y se lo dio a Joe, sin mirar a la cara de su primo. Cogió otro portafolio-. Hitler es el Mal.
Las asombrosas aventuras de Kavalier y Clay
Michael Chabon